Batman: El caballero de la noche

Grande, audaz y contundente, es un excelente ejemplo de cómo una secuela de cómic de alto presupuesto y perfil puede seguir siendo una película de verdad: bien hecha, emocionante, implicada y atractiva. Sí, va a vender entradas y juguetes, pero el mérito es del director y coguionista Christopher Nolan por haber creado una película sólida y rica que da al público mucho de qué hablar y reflexionar incluso después de que haya pasado el subidón de adrenalina inicial. Al igual que los otros cineastas que han abordado el tema de Batman en la era moderna, Tim Burton y Joel Schumacher, Nolan siente un evidente entusiasmo por el personaje; a diferencia de Burton y Schumacher, Nolan también siente un evidente respeto por la historia del personaje, basando el vestuario y la acción en un verdadero desarrollo de los personajes y una narración centrada.

Los actores también son excelentes; el trabajo de Ledger como el Joker se está ganando el Oscar, y no se trata sólo de simpatía post mortem. Su desquiciada y fanfarrona interpretación del personaje resulta inquietante y convincente. En el papel de Dent (que, como saben los fans de los cómics, acaba convirtiéndose en el cicatrizado villano Dos Caras), Eckhart también ofrece una sólida interpretación que va mucho más allá del maquillaje de efectos especiales que acaba llevando. La interpretación de Bale también es magnífica, tanto en sus hazañas como en los momentos más tranquilos de la lucha de Bruce Wayne tras la máscara. Los secundarios Gary Oldman, Morgan Freeman, Michael Caine y Maggie Gyllenhaal también cumplen en sus pequeños papeles. Batman: El caballero de la noche dura dos horas y media, pero nunca divaga ni pierde el tiempo, sino que está repleta de acción, ideas, personajes bien trazados y un drama sorprendentemente eficaz.