BoJack Horseman

BoJack Horseman tiene todos los ingredientes de la hilaridad: grandes actores cómicos (¿Will Arnett y Amy Sedaris? ¡Qué riqueza!) en situaciones llenas de potencial absurdo. ¿Un caballo escribiendo un libro? ¿Y hacer la compra en una tienda de animales con las estanterías repletas de espárragos y zanahorias? ¿Un gato parlante como agente de un caballo parlante que pone "Jellicle Cats" como música de espera en su sistema telefónico? El guión tampoco está nada mal, con algunas frases buenas, como cuando BoJack afirma que se le da muy bien comprometerse: "¡Me comprometo a cosas todo el tiempo! Lo que no hago es cumplir esos compromisos".

Pero de alguna manera, las cosas no terminan de ser realmente desternillantes. Lo más que puedes esperar son algunas risas suaves y pasar 25 minutos de manera agradable. Y tal vez eso sea suficiente. BoJack es lo suficientemente profano y tonto como para mantener a los adultos más o menos entretenidos, pero no tan ofensivo como para hacer que los padres corran a buscar el control remoto por miedo a que los adolescentes vean algo de la acción. Probablemente no querrías verla con preadolescentes —las situaciones son demasiado subidas de tono para eso— pero los adolescentes podrían disfrutar viéndola, con o sin mamá y papá.