Gossip Girl (2021)

Se esfuerza por mantener el tono alegre del original de 2007, pero da la sensación de que intenta ser a la vez socialmente consciente y chabacana, y hay un gran agujero lógico que estropea el esfuerzo. En concreto, la identidad de Gossip Girl, que en el original era un secreto muy bien guardado, se revela finalmente que es (sin spoilers) una estudiante de uno de los dos colegios privados de élite en los que se ambientaba el original. Esta vez, los espectadores ven la génesis de la nueva Gossip Girl ya en el primer episodio, cuando un grupo de profesores descontentos se unen para dar una lección a estos podridos niños ricos. ¿Profesores tan implicados en la vida de sus alumnos que los siguen a todas partes en busca de chismes? Parece poco ético y espeluznante, a veces rozando lo delictivo, como cuando un profesor acecha fuera del apartamento de una alumna para ver cómo dos adolescentes se quitan la ropa mojada por la lluvia y hace fotos que luego publica en las redes sociales (esta vez en Twitter en vez de en un blog; ¿ves? ¡Relevancia!). Si eso no es ilegal, debería serlo.

Así que el dispositivo de Gossip Girl está extrañamente lastrado desde el principio, pero podría haberse perdonado si el resto de la serie fuera sólida. Pero no lo es. El grupo de chicos populares, encabezado por la influencer Julien, parece incoloro, troposo, lleno de tipos más que de personajes con cuerpo: Obie (Eli Brown), el novio chiflado de Julien, trabaja como voluntario para una organización sin ánimo de lucro que lucha contra la gentrificación; Luna (Zión Moreno) y Monet (Savannah Lee Smith), las principales cortesanas de Julien, no hacen más que poner los ojos en blanco y hacer desprecios; la propia Julien es extrañamente inexpresiva para ser la supuesta reina de su instituto. Sólo uno de los miembros de la pandilla, Max (Thomas Doherty), un pansexual adicto a las pastillas, desprende la cantidad adecuada de picante sucio, a pesar de las muchas (¡muchas!) escenas de adolescentes adinerados de fiesta en espacios elegantes. Es todo un poco desdentado, mientras que el original captaba la atención y no la soltaba desde el principio. Hay retratos más envolventes de niños ricos que se comportan mal; puede que los espectadores quieran quedarse con una alternativa en su lugar.