El vecindario del señor Rogers

Desde el comienzo de esta serie en 1968, Rogers ha invitado a sus espectadores a formar parte de todo lo que hace, desde atarse sus famosas zapatillas hasta hacer una excursión al circo y todos los aspectos del programa fomentan la curiosidad, la imaginación y la autoexpresión. A lo largo de sus 30 años de emisión, el programa ha explorado casi todas las preocupaciones imaginables de los niños, como la competencia, el cuidado de la Tierra e incluso la muerte, siempre con la amable honestidad característica de Rogers y de una forma comprensible para los niños en edad preescolar.

Lo que hace más notable a esta serie es su adhesión a sanas costumbres sociales como amar al prójimo, mostrar bondad hacia los demás y respetar las diferencias. La serie se esfuerza por incluir a personas de distintas etnias y capacidades físicas, y el aprecio de Rogers por la singularidad de cada persona marca la pauta para recordar que no sólo hay que respetarse unos a otros, sino apreciar de verdad las cosas que hacen que cada uno sea especial. Para una generación de padres que se crió con El vecindario del señor Rogers, la naturaleza atemporal de los mensajes del programa es una gran razón para pasar un buen rato de televisión con sus hijos.

El ritmo de este programa es deliberadamente lento, precisamente porque los niños pequeños necesitan tiempo para digerir la información que reciben. Los temas son lo suficientemente amplios como para mantener el interés, mientras que los detalles del plató, las excursiones y el discurso general han sido bien considerados. Rogers no teme abordar grandes temas como "¿Qué es el amor?". Él habla sobre el divorcio, la timidez, el miedo, los abuelos, estar enojado y ser único. Sobre todo, Rogers nunca pierde de vista la idea de que "debemos poner tanto énfasis como podamos en el cultivo de la personalidad humana".