Ultraman: El ascenso

Para los niños con mayor capacidad de atención y de establecer paralelismos con sus propias vidas, esta película encierra algunas lecciones de vida encantadoras. Pero Ultraman: El ascenso también ofrece un buen rato visualmente evocador. Es la continuación de muchas iteraciones anteriores del clásico personaje japonés, aunque no es necesario haber visto ninguna para apreciar esta película. Sus creadores dan con el tono justo para una historia que, en última instancia, trata sobre encontrar tu lugar y cuidar de los demás, colocando a los personajes masculinos en el inusual papel de cuidadores. Ken también representa un personaje bicultural, criado entre Estados Unidos y Japón. El equipo pasó detalles de su Tokio animado por consultores culturales para garantizar su exactitud.

Las relaciones son excepcionalmente emotivas, mostrando a un superhéroe reticente su propio papel esencial, no sólo porque debe cuidar del bebé de su enemigo tradicional, sino también porque para hacerlo bien debe contar con una red de apoyo de familiares y amigos. Descubre que su condición de superestrella del béisbol, impulsada por su ego, es mucho menos importante que su papel de padre, hijo y amigo, y como resultado se convierte en un mejor jugador de equipo. Todas estas capas narrativas se complementan con unos efectos visuales memorables de tonos preciosos. Las escenas de lucha, a veces ambientadas con música trepidante, pueden apaciguar a los espectadores acostumbrados a la violencia trepidante en sus películas de animación, pero la película no habría sufrido en absoluto e incluso podría haber adelgazado sus dos horas de duración editando las escenas de lucha. Al fin y al cabo, no son ni lo más destacado ni lo principal de Ultraman: El ascenso.